50.000 empleadas domésticas perdieron su trabajo

Ante un panorama para nada alentador, dirigentes sindicales contaron a Crónica los desafíos que enfrenta el trabajo doméstico, una de las actividades laborales más precarizadas del país a pesar de los esfuerzos por revertir la situación (se calcula que al menos el 60% está en la informalidad).

“Lamentablemente se han verificado numerosas bajas en el sector”, señaló el apoderado del gremio mayoritario de trabajadores de casas particulares, Upacp, y apoderado de Ospacp, la única obra social de la actividad en la Argentina, Carlos Brassesco, quien destacó: “Tomando en cuenta las proporciones de cuántos son los trabajadores en negro y en blanco, calculamos que 50.000 personas fueron despedidas. En base a los únicos datos puntuales que tenemos del Ministerio de Trabajo y de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo -estos referidos al personal en blanco-, son 25.000 los puestos registrados perdidos pero esa cifra se duplica si se proyecta que la mitad está en negro”.

“Al comienzo de la cuarentena, sobre todo a las que estaban en la informalidad, las ‘despedían’, entre comillas, porque les decían que como no iban a trabajar consideraban terminada la relación laboral. Hoy en día no tenemos un índice estadístico de pago de indemnizaciones porque están prohibidos los despidos y las suspensiones hasta el 30 de septiembre. Pero sabemos que ha habido muchas bajas por despidos o renuncias. En reiterados casos las han obligado a dejar el empleo a cambio de unos pesos y no lo que realmente les corresponde”, explicó.

Dentro de la Argentina se estima que hay una población de personal de trabajo doméstico de alrededor de 1.400.000 trabajadoras y trabajadores, de los cuales 600.000 están en blanco registradas y el resto, no.

Para Brassesco, “existen empleadores que con total insensibilidad ordenan a sus empleadas concurrir a sus domicilios para desarrollar las tareas correspondientes. Incluso las han llegado a cambiar de categoría para que pudieran ir igual, bajo el mote de cuidadoras, cuando en verdad no lo son”. En marzo se decidió no considerar la actividad como esencial (excepto a la escala que se dedica a tareas de cuidado) y quedaron exceptuados y exceptuadas de concurrir sin perder el sueldo.

Asimismo, el apoderado se refirió a los salarios de las trabajadoras y la pérdida del poder adquisitivo: “Han sufrido un gran deterioro comparativamente con otros ingresos salariales. En el último año recibieron un 10% de aumento en dos cuotas de 5% que fueron establecidas por el Ministerio de Trabajo, ya que no se llegó a un acuerdo en la comisión nacional de casas particulares en la cual los gremios pedimos un aumento superior”.

Puertas adentro

Las dificultades por las que transitan la mayoría de los y las trabajadoras de casas particulares no sólo son económicas. También tienen que lidiar con los maltratos psicológicos de sus empleadores. Según Brassesco, “cuando comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, hacia finales de marzo y la primera quincena de abril, en nuestras paginas web de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares (Upacp) recibimos muchísimas denuncias y consultas por situaciones salariales pero también por malos tratos”.