«Con $40.000 no sos pobre, con $50.000 pagás ganancias»

Desde el maridaje de sustentar un parecer sobre columnas de datos, el contador Ezequiel Passarelli (@EzePassarelli), especialista en impuestos y docente de la UBA, nos dejó material apto para todo público a fin de vislumbrar algunas caras y cecas de la pobreza. En los registros, una familia tipo que habita la ciudad de Buenos Aires -para no ser pobre- necesita acceder a $26.858; si ese grupo debe alquilar una vivienda la suma llega a $40.000. En otro escalón también económico, el contador remarcó que un sueldo ya tributa el impuesto a las Ganancias desde los $50.667.

Y en ese punto Passarelli adosa una breve interpretación: «Con $40.000 no se es pobre, con $50.000 abona Ganancias»; ironía mediante, podría considerarse rico. La didáctica del experto va más allá de las ciencias exactas. Describe un áspero capítulo de estos tiempos bajo sucesivas tormentas económicas. Incluso vale considerar la cantidad de historias de vida que resume esa brecha de algo más de $10.000 para estar del lado cruel o de la vereda más amable de la grieta económica argentina.

En paralelo a las diferencias entre pobres y menos pobres, el discurso oficial bajo rigor de coaching casi en tono de las campañas publicitarias en etapas pre mundiales de fútbol, se motoriza como esbozo de alguna explicación a los desaciertos económicos. Incluso para abarcar a los males autoinfligidos, según criterio de economistas con visión no liberal, para despuntar otra ironía respecto de que «el peor día de la economía de Cambiemos son todos».

Y lo que vendrá, digamos pasado mañana, en parecer de los opositores que se acomodan en el escenario de campaña electoral, sólo sabe a transición. Léase: ninguna mejora sensible aparece a mediano plazo mientras asistimos al Vía Crucis de las pymes, el creciente desempleo, la reducción de ingesta alimentaria, la extinción de la industria nacional, y siguen firmas.