Los intendentes controlarán precios

Un nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) presidencial dará facultades a partir de mañana a los intendentes del Gran Buenos Aires, en el marco de la Ley de Defensa de la Competencia, para que controlen – y eventualmente sancionen -, a pequeños negocios y comercios de cercanía que están subiendo “en forma impresionante” los precios. Así se lo anunció ayer Alberto Fernández 

Alberto aseguró que desde el lunes “será inflexible” para que no se vea afectada su autoridad y puso a salvo a las grandes cadenas alimenticias.  Destacó el comportamiento de Arcor, con precios invariables desde diciembre.

Reconoció que al Estado Nacional le cuesta llega a distritos del populoso coonurbano, y que por eso habilitará a los intendentes para detectar, por ejemplo, en las carnicerias, donde “hay aumentos incomprensibles. Eso no puede pasar”.

Acicateado por el periodista Horacio Verbitzky, Alberto señaló que si bien hubo un cambio de prioridades por la pandemia, siempre prestará atención a los que peor están, a los barrios más desprotegidos y a los adultos mayores.

Dijo que sigue “repensando” el tema de la deuda externa, que pasó a otro plano, porque el mundo también cambió. Lo principal sigue siendo la salud de los más débiles, resaltó, denostando lo ocurrido en los años de la gestión macrista, con “hospitales caníbalizados” y a los que ahora es necesario “poner de a pie”. En este punto, no dejó títere con cabeza.

Frente a las duros planteos y críticas de Verbitzky, sin hesitarse Alberto reveló que emitirá moneda para que no le falta dinero a nadie y por el otro (a pesar de ser alumno de Néstor Kirchner), aceptará un mayor déficit fiscal.

Explicó: en el escenario mundial se caen el comercio exterior, las exportaciones, la demanda interna, las importaciones. En marzo (en la Argentina) se recaudó un 50 por ciento menos de lo habitual, lo que se ve reflejado en que la gente “no sale a comprar”.

Opinó que “hay paradigmas y dogmas del neoliberalismo que se fueron al diablo”. Sin dar oportunidad a que Verbitzky meta un bocadillo, agregó que eso lo entienden los más inteligentes de esa corriente, “con alguna capacidad crítica”. Colocó en relieve, aquí, a la titular del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, quien en el G20, propuso a las naciones más desarrolladas prepararse  para asistir económicamente a las más empobrecidas y endeudadas.

¿Cómo? Ahí estaría la punta del ovillo. Ampliando la base de los derechos especiales de giro, “casi como un subsidio” (se regodeó Alberto) que le permitirían hacerse a la Argentina de por lo menos 3500 millones de dólares. Sin endeudarse.

Alberto auguró que el Banco Central de la Unión Europea, romperá la regla fiscal que impedía favorecer a los que tuviesen un déficit superior al 1 por ciento (Argentina tendrá un rojo del 5 o 6 por ciento, por lo menos).

“Durante 30 o 40 años el mundo creció, entre comillas, en base a la especulación financiera”, apuntó. Y añadió: “un virus microscópico puede terminar con todo, en 10 segundos. El capitalismo se desvanece si los consumidores se mueren, el comercio y las empresas también. Se acaba la lógica de ir a las Bolsas, de jugar a las acciones. Todo eso se desmorona”.

Reconoció que eso afecta al país y a una de sus empresas emblemáticas como YPF ¿Cuál es su precio, el de antes o el de ahora? Fernández dijo basar su entusiasmo en la revalorización del rol del Estado en materia de salud y educación. Enfatizó que allí donde se privatizó todo como en Estados Unidos, ahora le va a tocar, y le dolerá mucho, si es que no vuelven a predominar “las miserias humanas”.

“Tal vez sea una oportunidad”, evaluó. Y contestó una pregunta sobre el supuesto “pito catalán” que le habrían hecho los bancos y que derivó en el escandelete de la aglomeración del viernes de miles de ancianos frente a las sucursales.

Contó algo de su diálogo con Miguel Pesce, de Banco Central y de problemas burocráticos. Confió en que desde mañana, todo se normalizará, en el entendimiento de que los bancos “fueron los grandes ganadores desde hace más de 4 años” y vienen prestando con “resultados extraordinarios”. Con tasas que se lograron bajar del 83 al 38 por ciento.

No se pusieron de acuerdo sobre el rol del Central. Alberto, le hizo notar a Verbitzky, que los bancos no dieron dinero para obra pública, sino que tomaron títulos para esterilizar la moneda “en un proceder perverso y vergonzoso”.

El crédito a 24 por ciento no lo ha conseguido nadie, retrucó el periodista. Alberto admitió que hubo problemas de descalificación por la situación insólita, pero como “el Estado será garante, desde el lunes no habrá más excusas. Le dije a Pesce que basta de paciencia. Las empresas tienen que pagar sueldos”.

Verbirzky quiso ubicar en la categoría de “fascista” al gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, por haber “remitido” en ómnibus con engaños a 62 personas, la mayoría extranjeros, desde su provincia a Buenos Aires, como hacía el general Domingo Bussi, cuando expulsaba mendigos tucumanos a Catamarca.

El enfoque de Alberto fue distinto. “Cuando uno lucha contra la pandemia, lucha contra la psicosis social. Hay un sistema que se genera y es alentado por estúpidos. Dicen que hay más muertos y enfermos que el Estado oculta; que si no abrimos la economía, la gente se va a morir igual”.

Ignoró la palabra fascista. Coincidió, sí, que tres provincias, Jujuy, Mendoza y Corrientes (gobernadas por el radicalismo) “cerraron sus fronteras y es una locura, porque estamos en un país federal y tenemos límites y no fronteras”.

Deslizó que Morales se ocupa únicamente de los jujeños “y no deja entrar infectados”, cuando es su deber hacerlo, separando y aislando a la persona hasta que madure la enfermedad“No puede pasarle la pelota a otro”, en este caso al jefe de gobierno porteño y principal dirigente del PRO, Horacio Rodríguez Larreta.

Recordó un sketch de los inolvidables Alberto Olmedo y Javier Portales. El primero quería ser intendente de la ciudad de Buenos Aires y decía que fácilmente arreglaría el problema del tránsito ¿Cómo? Quiso saber “Borges” Portales. “Todas las calles van a ser mano hacia Avellaneda”. Olmedo: “Ah, ese será un problema del intendente de Avellaneda”.

Sobre su charla en Olivos con Eduardo Duhalde, dijo que el ex senador propuso ampliar la base electoral como existe en Chile.

Gambeteó bien Alberto: le encantaría….pero…ya el Frente de Todos es una suerte de coalición con pensamientos comunes y objetivos básicos,y es difícil elaborar una alianza mayor con sectores que ven de otro modo la Argentina, soluciones y caminos.

Igual, estuvo abarcador. Por lo pronto, dando prioridad a la salud y la economía, en ese orden, mencionó que trabaja “codo a codo” con Larreta y los intendentes de Lanús, Vicente López, San Isidro y Tres de Febrero, de Cambiemos. “Todos ellos están colaborando, por eso no me gusta generalizar”.

“En esto trabajamos juntos y somos diferentes. En el futuro, al profundizar algunos temas, tendremos lógicos desencuentros”, concedió. Es un problema de la sociedad democrática.

Verbitzky insistió en sumar al Estado a las organizaciones sociales. Alberto se mantuvo en sus 13: las herramientas, por el DNU antes aludido, serán dadas a los intendentes y seremos “inflexibles con los especuladores, porqué hay que corregirlos”, reiteró.

Acerca de la aglomeración en bancos, subsanada el sábado igual que se espera hoy, aceptó que se “informó mal” y que hubo “equivocaciones”, aunque también menciono que “hay gente grande que no es amiga de los cajeros automáticos y la nueva tecnología (se incluyó) y se siente más segura teniendo la platita en el bolsillo”.

Aceptó, lo contó Humanidad, que en un momento al mirar lo que sucedía por televisión, “enloqueció”. Comentó que después de tanto esfuerzo, vio como “terminaban apretujándose y puse el grito en el cielo”.

Valoró mucho la labor de los intendentes y aseguró que “esto dos veces no me pasa. El Anses solo no puede, necesitamos más ayuda”.

Puso la mirada además sobre lo comprometida que están las economías por la baja de petróleo y la adquisición de alimentos por parte de China, situación que espera que se revierta.

Aceptó que la situación de extracción de petróleo no tradicional en Vaca Muerta, es complicada pero “no está tan muerta”. Expresó que hay en desarrollo una guerra geopolítica de gran magnitud, donde hay un aprovechamiento de países árabes y Rusia y Argentina siempre termina siendo “el pato de la boda”.

Se mostró esperanzado en que China controle el coronavirus y empiece a ser un factor dinamizador de la economía.

“Me preocupa lo que hace Brasil. No atiende el problema del coronavirus con seriedad y eso es de una gravedad enorme. Es un país de 200 millones, con muchísima pobreza. Tengo mucho miedo de lo que pasa allí, porque tiene fronteras con casi todos menos con Chile y es nuestro principal socio comercial”.

Sobre el final, Alberto adelantó que se recuperará el consumo del mercado internos, que es del orden del 70 por ciento“Venimos retraídos. No soy dogmático. Vivo la economía con profunda racionalidad. Es la hora del Estado y la inversión pública”.

Para Alberto, el mundo “cambiará indefectiblemente” y rescató el papel de la canciller alemana Ángela Merkel.

Con distintos argumentos, rechazó la baja de salarios en la órbita del Ejecutivo, expresó no sentirse tocado por los cacerolazos (que afectan a Larreta) y adhirió a proyectos que presentará esta semana el diputado Máximo Kirchner.

Reivindicó la política como un servicio público. Destacó la labor de Carla Vizzotti en la lucha callejera contra el coronavirus, con un sueldo de 150 mil pesos. Enfatizó que no es “hipócrita”y consideró “lógicos” los planteos de Máximo K de ir a buscar fondos entre los que más han ganado o beneficiado por el blanqueo “después de defraudar al Estado sin pagar impuetos”.

Alberto puso en paréntesis la palabra “exigirles”. Habló de una ley que no sea “populista ni demagógica”, como la que promueven legisladores de JxC, que están “llenos de asesores y contratados”.

Nota El Cohete a la Luna