“No necesito un cumplido, necesito trabajar segura”
Enfermera en EE. UU.: “No necesito un cumplido, necesito trabajar segura”
Las trabajadoras en primera línea contra el COVID19 no quieren ser llamadas heroínas, exigen los insumos y medidas para estar seguras y poder proteger a los pacientes.
Reproducimos una entrevista realizada por Hanna Wallis y publicada originalmente en Teen Vogue. Hanna entrevista a enfermeras de la primera línea contra la pandemia en Nueva York, entre ellas Tre Kwon, quien es además editora de Left Voice. Estas trabajadoras estuvieron a la cabeza de la organización de protestas contra las condiciones de trabajo en los hospitales y la situación de un sistema de salud orientado en función de la ganancia capitalista.
Como venimos reflejando en este medio, en pleno epicentro de la pandemia mundial, y con acciones muy valientes, los trabajadores de la salud y otros sectores considerados “esenciales” organizaron protestas y arriesgaron sus trabajos para reclamar por mejores equipos, testeos, condiciones de seguridad. Cuestionan que el país más rico del mundo no tenga un sistema nacional gratuito de salud, denuncian que no son los ricos los que mueren masivamente en los hospitales, y proponen terminar con el negocio de los laboratorios y reconvertir la poderosa industria norteamericana y fabricar lo necesario para enfrentar la pandemia.
Son parte de una ola de luchas que atraviesa Norteamérica y cuestionan un sistema de ricos para ricos, dónde cínicamente se llama “héroes” a quienes trabajan en primera línea contra el virus, pero no se les provee de la protección más elemental para preservar sus vidas y las de los pacientes.
Todas las tardes a las 7 en punto, estallan aplausos desde los edificios de departamentos en toda la ciudad de Nueva York para aplaudir a los trabajadores de la salud que luchan contra COVID-19 en el epicentro mundial de la pandemia. Pero mientras los líderes políticos de Washington elogian su valor en la «guerra» contra el coronavirus, algunas enfermeras cuestionan la retórica del heroísmo y el sacrificio como una forma de disfrazar las condiciones de riesgo en las que se encuentran.
«Me convierten en mártir contra mi voluntad», escribió Jillian Primiano, una enfermera de urgencias de Brooklyn, en su cartel de protesta en una manifestación en el barrio de Harlem a principios de mes. Los trabajadores de la salud de todo el país llevaron a cabo un “Día de Acción Nacional por la Salud” el pasado 15 de abril para denunciar las condiciones laborales inseguras que están soportando en el epicentro de la pandemia. La protesta se dio bajo la consigna #TheSystemIsBroken (El sistema está roto).
Con equipos de protección personal (PPE) inadecuado, no fueron pocos los miembros del personal médico de la ciudad de Nueva York recurrieron al uso de bolsas de basura para protegerse de la infección. A muchas enfermeras se les pidió que usaran la misma máscara hasta por una semana o que se les presionó para que continuaran trabajando incluso mientras mostraban síntomas de COVID.
Aunque todavía no se conoce el número total de personal médico estadounidense que ha sucumbido al virus, al menos cinco murieron en un solo hospital de Brooklyn (incluido el personal de apoyo que trabaja como seguridad y en la sala de suministros), y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estiman que los trabajadores de la salud representan entre el 10 y el 20% de todas las infecciones por coronavirus.
Muchos trabajadores atribuyen las muertes de sus colegas a una protección inadecuada o inapropiada. Varios grupos de médicos han pedido al Presidente Trump que invoque la Ley de Producción de Defensa para centralizar y ampliar la fabricación de PPE en lugar de enfrentar a los estados entre sí para licitar equipos a las empresas privadas como ocurre actualmente. La Asociación de Enfermeras del Estado de Nueva York también ha presentado tres demandas contra el estado y dos sistemas hospitalarios, alegando que la escasez de PPE y las peligrosas directrices de trabajo ayudaron a la propagación del virus.
Teen Vogue habló con cinco enfermeras de la ciudad de Nueva York que dicen que estos fallos reflejan una injusticia estructural que va más allá de la actual escasez de PPE. Creen que la actual retórica del «héroe» distrae de las fuerzas que son realmente responsables de su difícil situación: la negligencia del gobierno, la desigualdad y un sistema de atención sanitaria al servicio del lucro. Nota del editor: Estas conversaciones han sido condensadas y ligeramente editadas.
Jillian Primiano es enfermera de urgencias en el Centro Médico Wyckoff Heights en Brooklyn. Ha participado en protestas recientes contra las condiciones inseguras de la atención médica y otros trabajadores esenciales.
«No quiero que me llamen heroína, pero tampoco voy a dejar que la gente muera. Llamarme heroína permite decir que estamos haciendo lo suficiente, porque es el mayor cumplido que podrían hacerme. Pero yo no necesito un cumplido; necesito trabajar segura. Necesito tener un número de pacientes que pueda atender bien. Necesito el equipo adecuado que funcione.”
«Los pacientes están sufriendo; están solos; no hay visitas en absoluto. Tuve una señora de más de 100 años, de habla cantonesa. Fui a verla y estaba detrás de una cortina de plástico, sollozando y tranquilizandose sola, tosiendo sangre. Cuando tienes 10 pacientes, ¿cómo consolás a alguien que está pasando por eso? ¿Qué podemos hacer? Sólo podemos darles oxígeno y esperar lo mejor.”
«¿Y ahora hablan sobre la apertura de la economía? Morirá más gente seguro. Abrir la economía es decir: «No nos importa si la gente muere». “Porque no va a morir la gente rica que conocés, ni los que están trabajando desde casa y organizando reuniones de Zoom. No es así.”
«Si hubiera habido mayor preparación y más temprana se podría haber evitado que tanta gente se enfermase, esto no habría pasado. Y ellos lo sabían… la gente sabía que iba a pasar; la gente alertó sobre esto. Es sólo que quienes tenían que actuar no estaban escuchando. Y punto.”
«No me usen ni capitalicen nada con su agradecimiento. Las corporaciones están capitalizando la muerte de los trabajadores de la salud y nuestro estrés y sacrificio con sus «gracias». Mientras ellos ganan dinero dándome más trabajo, no protegiendo a los trabajadores ni dándonos lo que necesitamos”. «Si realmente pensaran que soy una heroína, buscarían formas de ayudarnos”.
«Es importante que la gente sepa a quienes se les están pidiendo suministros y si los trabajadores de la salud están a salvo y son bien tratados. Cuáles son las organizaciones donde se le esté dando comida a la gente. Por lo menos involucrarse políticamente, contactarse con otra gente”.
«Quienes en este momento no voten por “Medicare para todos” (Acceso a la salud universal y gratuito) ¡Que ni nos hablen! No me digan gracias y luego apoyen un sistema donde los ricos se hacen más ricos y los pobres mueren.”
«Mi miedo es que cuando pase lo peor esto se olvide. Y es por eso que todas las enfermeras – las enfermeras que nos involucramos políticamente – estamos agotadas pero seguimos tratando de hablar de esto, que es un asesinato».
Tre Kwon es enfermera, militante y editora de Left Voice, donde escribe sobre el sistema de salud. Volvió a trabajar cuando su bebé tenía sólo tres meses para organizarse en la primera línea junto a otras enfermeras.
«En este momento todo el sistema debe ser cuestionado”. «Estamos luchando por nuestras vidas, lo que significa que tenemos que transformar fundamentalmente el sistema de salud, sacarlo de los intereses de los dueños, los capitalistas, las farmacéuticas, compañías de seguros, y corporaciones hospitalarias.”
«Los trabajadores de Amazon, los de los supermercados, los del transporte, que han sido tan duramente golpeados, somos llamados ’esenciales’, pero ¿Cómo funcionan esos servicios? Estos trabajadores esenciales han sido pintados como soldados de guerra, mientras los jefes siguen diciéndonos “estamos todos juntos en esto” construyendo la ilusión de que nuestros sacrificios, los de los trabajadores, son puestos en antagonismo contra los recién desempleados, los indocumentados, los negros y latinos, los inmigrantes que tienen que salir a trabajar porque no tienen otra opción.”
«Nosotros somos intercambiables y desechables para la gente que está segura en sus condominios de lujo durante la pandemia.” «La raíz del problema es que en lugar de que sean los trabajadores quienes decidan qué es seguro, cómo debemos trabajar, y cómo coordinamos y nos organizamos mejor para ello, siguen siendo los jefes quienes deciden, y sabemos que su principal objetivo son las ganancias.”
«El sistema de salud está diseñado para responder al mercado. Por eso no tenemos máscaras, porque las empresas que hacen máscaras sólo buscan hacer dinero con esto, no salvar las vidas de los trabajadores.”
«Obviamente aprecio y agradezco mucho a los vecinos, la familia, y los amigos que nos envían máscaras que consiguieron en Amazon o una caja de guantes, pero es absurdo pensar que podemos resolver nosotros solos un problema sistémico.” «Creo que también hay un punto de contacto importante de cómo opera el sexismo – no sólo el sexismo de microagresión, sino el problema estructural de quienes soportamos físicamente el costo de un sistema de salud con fines de lucro.”
Diana Torres es enfermera en el hospital Mount Sinai West de Manhattan y fue quien organizó una vigilia para los colegas que murieron de COVID-19. Su post en Facebook a finales de marzo, mostrando a trabajadores usando pañuelos para protegerse, se volvió viral. Ha estado aislada de su marido y de sus tres hijos durante más de un mes.
«Todo lo que sabíamos sobre el control de infecciones de repente se esfumó por la ventana. Antes de COVID, todo era de un uso por paciente… De repente llega COVID, y te dan un insumo para todo el turno. Así que los trabajadores no tuvieron otra opción que colgar sus batas, reutilizarlas, y mantenerlas puestas por horas, contaminando a otros pacientes, porque era lo único que nos daban».
«Ni siquiera puedo explicar lo que es esto, no se parece a nada. Quiero ayudarlos, y muchas veces pienso que lo van a lograr, pero mueren de todas formas, sin importar lo que hagas.”
«Sé que mucha gente pensó en renunciar, pero se preguntaron… ¿Vas a renunciar ahora, cuando tus compañeros de trabajo están luchando y están sufriendo, vas a irte? Empezamos a sentir la presión de que éramos necesarios. Así que me cuestioné ¿Renuncio ahora y me quedo en casa y lloro sobre cómo podría haber ayudado más y no lo hice, o voy y continúo exponiéndome hasta el punto de potencialmente perder mi vida?”
«Si nos hubieran dicho de antemano en qué nos íbamos a meter, estoy segura de que la mayoría no habría ido. Pero no teníamos opción, fuimos víctimas de un sistema roto una vez más, entrando en una zona de peligro sin saber siquiera en qué nos estábamos metiendo.”
«No quiero que me llamen heroína y morir como un mártir porque perdí mi vida en esto porque nos fallaron” «¿Tenemos esperanza? Tenemos que tenerla. Es lo único que me queda… no hay nada más. ¿Qué más podría impulsarnos y hacernos volver al trabajo y hacernos seguir intentándolo?»
Sarah Dowd es enfermera del Centro Hospitalario de Harlem y miembro de la Asociación de Enfermeras del Estado de Nueva York. Como diabética de tipo 1, corre un mayor riesgo de sufrir complicaciones si contrae COVID-19.
«Hay una especie de negación del efecto que esto está teniendo en nosotros – ¿Sabes? No colapsamos sólo porque estemos enfermos; colapsamos porque es una situación muy intensa en la que estamos, y a veces para preservarse hay que retirarse de ella porque estamos viendo morir a gente básicamente todos los días.”
«Estudié enfermería por la posición estructural que tenemos las enfermeras… Creo que las enfermeras tienen un poder real para cambiar muchas de las desigualdades sociales que se reproducen en la atención de la salud, y para ello, tenemos que estar organizadas y hacernos oír.”
«Escuchar estas conversaciones sobre cuándo reabrir la economía, se enmarca [como] una discusión racional para sopesar los beneficios de la vida humana frente a la potencial destrucción económica, en lugar de una pregunta de por qué vivimos en un mundo en el que incluso tenemos que hacernos esta pregunta».
Sasha Winslow es una enfermera de posparto en el Monte Sinaí de East Harlem y miembro de la Asociación de Enfermería del Estado de Nueva York. Su marido está inmunocomprometido, así que le preocupa infectarlo.
«Vemos tanta muerte, y una se encuentra diciendo, ’Ok, mis condolencias’, ’Lo siento’, y siempre digo ’Rest in power’- N. de. T variación de “Descansa en paz”, utilizada popularmente para aquellos que mueren por causas injustas- , pero es tan difícil tratar de procesar todo y continuar con tu día.”
«Nosotros no nos alistamos para esto. Todo el mundo te dice, ’Bueno, sos una enfermera, un médico, un terapeuta, esto es parte de tu trabajo’. No, no lo es. Muchos de nosotros estamos en peligro todos los días.”
«Necesitamos un sistema de salud nacional para todos. La gente se va a quedar con demasiadas deudas después de esto. Ser conocida como la nación más rica del mundo, y con el mejor sistema de salud es un chiste. Algunos hospitales están despidiendo trabajadores en este momento por preservar los ingresos y el dinero que van a perder.”
«Incluso cuando el mundo está en llamas, yo quiero hacer lo correcto y llevar alegría y amor a la gente. No quiero que me llamen heroína. Soy simplemente una mujer, una mujer afroamericana que sólo quiere ver a la gente sobrevivir. Y si sobreviven, espero que también prosperen. Sólo tienes que ser la luz para la gente».