«Renunciamiento histórico»
Acorralado por una economía que no mejora, el Presidente pierde aliados dentro y fuera de Cambiemos. El plan que incluye a Vidal y Lousteau.
Mauricio Macri, por ahora, se niega a capitular. En su fuero íntimo está convencido de que puede reencauzar su gobierno, ganar las próximas elecciones y tener un segundo mandato en el que sus logros sean, finalmente, reconocidos. Su problema es que se está quedando solo. Esta semana, el sistema financiero internacional y los grandes empresarios argentinos se lo hicieron saber, cada cual a su manera, en ambos casos de forma pública y notoria. Los medios de comunicación que sostuvieron su gobierno también le quitaron apoyo. La alianza con la que llegó al poder se está desintegrando a la vista de todos.
Nadie lo cree capaz de revertir la inercia, que lo está llevando peligrosamente cerca del abismo. Nadie excepto él y su círculo interno, cada vez más pequeño y más cerrado. Incluso el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba, artífice de su carrera política, lo ve en problemas. Su exhaustivo trabajo de mercadotecnia diseñado sobre bases de datos cruzadas de forma dudosamente legal puede obrar milagros en una elección cerrada pero poco puede hacer para recuperar los votos que se pierden a diario en todo el país. Incluso la más sofisticada de las campañas requiere insumos que hoy el Presidente no está en condiciones de proveer.