Alberto se comprometió a mantener la unidad y “no traicionar”

Cerca de las PASO, el Presidente instó en Tecnópolis a votar tomando en cuenta dos modelos de país. Ratificó su «lealtad» y «unidad» con Cristina, Massa, Máximo , Kicillof, gobernadores e intendentes.

emo mucho más a mis buenas acciones que me producen placer que a las malas que me producen horror”. La cita, de un rabino, fue utilizada por el arzobispo de La Plata, “Víctor Tucho” Fernández, para aclarar a autoridades judías que habían objetado una catequesis del papa Francisco sobre la ley y la gracia. Viene a cuento porqué en el agite  bochinchero – y marketinero – que se hace camino a las PASO, sobre placeres terrenales, el Presidente- otro Fernández, Alberto -, trató de infundir impulso a los últimos 12 días de campaña, diciendo que hay algo en lo que está 100 % de acuerdo con la oposición: son dos los modelos de país en pugna.

Limpiando la hojarasca – abundante, intrusiva, enceguecedora -, hizo eje en el endeudamiento (mientras está en veremos un acuerdo con el FMI) y el desarrollo de la industria nacional, luego – subrayó -. de gobernar apenas tres meses en condiciones “normales”, tras lo cual sobrevino la pandemia que puso al mundo – y a la Argentina, por supuesto -, patas para arriba, sesgando “certezas” además de vidas.

Enmarañada la disputa legislativa de medio término, el Fernández Presidente se apoyó en el Papa y Perón – por eso de que nadie se salva solo -, reclamó el acompañamiento de la militancia y, obviando detallar los “ruidos” por él generados (es más reivindicó al eyectado ministro de Salud, Ginés González García), comprometió lealtad una vez más con la vice Cristina Kirchner, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof; además de apuntar a mandatarios e intendentes a los que . aseguró -, distribuyó más recursos de los que les correspondían por la coparticipación federal. Puntualmente, mencionó a la provincia de Mendoza, administrada por el radical Rodolfo Suárez.

“No los traicionaré, ni a ellos ni al pueblo que me votó, No lo voy a hacer”, fue el rezo laico de Alberto en resguardo de la unidad del Frente de Todos, de la que dijo “disfrutar”, no de la manera proclamada por la primera candidata bonaerense, su amiga Victoria Paz Tolosa.

Desafiante, señaló que a esta altura “ninguna tapa (de diario) me doblegará”; no supo como combinar los calificativos de “títere y autoritario” que le atribuyen y reiteró que “llegó acompañado” a la Rosada, y continuará con los mismos aliados, bajo comunes denominadores que giran alrededor de la educación y la salud públicas, la inversión privada y estatal productiva y el trabajo.

Se dio margen para chicanear a la coalición opositora (indirectamente hizo alusión a Facundo Manes, uno “de los que pelea” para hacer notar que no fue parte del anterior gobierno de Cambiemos encabezado por Mauricio Macri), e insistió que su Gobierno tratará de alcanzar un acuerdo con el Fondo, con dos salvedades quedan lugar a la ambivalencia: protegerá al conjunto de los argentinos y tomará en cuenta el daño provocado por los que asumieron y los que concedieron lo que podría definirse como un pagadios.

“Tenemos todas las posibilidades de generar una explosión de confianza”, dijo. E instó al FMI de Kristalina Georgieva, a revisar lo pasado, sobre lo que no ocultaron su escepcticismo el exvicepresidente Amado Boudou y el analista Artemio López, en “el conversatorio” radial con Daniel Tognetti, cuyo video se reproduce en esta nota.