Canale quebró tras 143 años
Sin esperanzas de cobrar indemnizaciones, el delegado Nicolás Macchi apuesta a reconstruirse en formato de cooperativa y cuenta cómo se las arreglan en el día a día.
Tras cinco meses del despido y dos de acampe, los trabajadores de Canale de Llavallol se mantiene en pie de lucha para poder constituirse como cooperativa y volver al ruedo. “Estamos dispuestos a aguantar el tiempo que haya que aguantar”, le asegura el delegado Nicolás Macchi
Cuenta que tiene 35 años, está casado y tiene hijos chicos. Su compañera está desocupada, pero se lo escucha firme y con fe en lo que viene, pese a que de “medio lejanas” las chances de cobrar la indemnización.
“No confiamos en que puedan llegar a pagar algo”, dice tajante el maquinista balancinero que proyecta su fuerza en sus compañeros: de 86 que quedaron en la calle cerca de 60 seguirán en la cooperativa.
El pesimismo de Macchi sobre los empleadores tiene sus fundamentos y los pone sobre la mesa. El delegado cuenta que la planta de Llavallol tiene una deuda de 150 millones de pesos, la de Mendoza, que tiene la quiebra decretada, junta un pasivo de 1.100 millones. “Catamarca tiene otro tanto, pero está operativa”. A eso hay que agregarle que entre los 86 despidos suman 80 millones de pesos en indemnizaciones, porque la mayoría de los empleados tenía mucha antigüedad.
“Habían propuesto la venta de maquinaria, nosotros lo rechazamos porque dejarles la venta de las máquinas en mano de ellos era nuestro fin: nos terminaban de vaciar”, apunta Macchi sobre la situación que se desencadenó el 29 de octubre, con la llegada de los telegramas.