El 70% de los intendentes bonaerenses no podrá ser reelecto
Por imperio de una ley que prohíbe la reelección indefinida y que alcanzará mayoritariamente a los caciques peronistas del conurbano. Pero también incidirá sobre históricos referentes radicales.
El 70% de los intendentes bonaerenses que asumirán su cargo el 10 de diciembre ya no podrá volver a ocuparlo en 2023. Se trata de 95 de los 135 jefes municipales de toda la provincia. Un número significativo que toma forma de cimbronazo y que, de seguro, será una de las principales preocupaciones que le acercarán algunos dirigentes a Axel Kicillof una vez que ya esté en funciones como gobernador.
Debido a la ley que prohíbe la reelección luego de dos mandatos consecutivos, algunos jefes municipales enfrentarán un verdadero principio de fin de ciclo. Para otros, en cambio, será solo una pausa. Y, sin dudas, para muchos que están en modo de espera será la oportunidad soñada.
Sin embargo, no todo está dicho. Pese a que la ley promovida por el intendente saliente de San Fernando, Luis Andreotti, fue sancionada en 2016, no son pocos los jefes municipales que ya tienen intención de volver a generar un movimiento parlamentario con el claro objetivo de recuperar su poder territorial sin la necesidad de tener que correrse de la escena.
Kicillof, también lo sabe. Gran parte del poderío bonaerense recae en la continuidad de un grupo selecto de intendentes que manejan los destinos de las comunas más populosas de la provincia. En su gran mayoría, pertenecientes al peronismo.
El conurbano pica en punta. Los casos de Ituzaingó (con Alberto Descalzo), Lomas de Zamora (Martín Insaurralde), Ezeiza (Alberto Granados), Almirante Brown (Mariano Cascallares), Merlo (Gustavo Menéndez), Tigre (Julio Zamora), Avellaneda (Jorge Ferraresi), Esteban Echeverría (Fernando Gray) y Malvinas Argentinas (Leo Nardini), José C. Paz (Mario Ishii), Escobar (Ariel Sujarchuk), San Martín (Gabriel Katopodis) y Hurlingham (Juanchi Zabaleta) son los exponentes directos de una situación que pese a que todavía no tienen a sus intendentes en funciones de un nuevo mandato, serán motivo de discusión.
De no variar la ley, los intendentes quedan sujetos a una pérdida de poder que en 2016 parecía lejana pero que cada vez se vuelve más realidad. Para que esto no suceda, ya hay varios dirigentes que pusieron en marcha diferentes planes de continuidad alternativa a través de la posibilidad de posicionar a sus hijos como principales referentes de lo que viene (caso Ezeiza e Ituzaingó) o de moldear futuros intendentes permeables a mantener un doble comando capaz de sostenerse en los hechos.
A la vez también aparecen casos de proyección como la eterna intención de Insaurralde de convertirse en gobernador, la juventud y el apoyo partidario y municipal de Nardini y Sujarchuk que los posiciona de cara a un futuro próspero y la actualidad de Katopodis, quien figura en la lista de candidatos a integrar alguno de los gabinetes de Alberto Fernández en Nación.
“Ya lo hablamos con Axel. Él está al tanto de lo que pensamos. Sabemos que no es algo que tenga buena prensa, pero es concreto: la gente opta por la continuidad en la mayoría de los casos porque las cosas se hacen bien. No es culpa del peronismo que el PRO no pueda encontrar referentes de peso en los distritos y que no puedan generar empatía con la gente”, sostiene un intendente del conurbano.
El problema para el próximo gobernador es que, en caso de apostar a la lógica de los ocho años de gobierno, sólo siete de los veinte intendentes del conurbano podrán acompañarlo como tales: Mayra Mendoza, Lucas Ghi, Juan Andreotti, Fernando Espinoza Juan José Mussi, Mariel Fernández y Andrés Watson.
Pero no se trata sólo de un conflicto peronista. Los intendentes radicales de San Isidro (Gustavo Posse) y de Tandil (Miguel Ángel Lunghi), por nombrar dos de los municipios más poblados, también deberán comenzar a diseñar cómo encarar su último mandato en caso de que no haya un cambio de ley. Lo mismo con los exponentes del PRO: Julio Garro, en La Plata, y Diego Valenzuela, en Tres de Febrero. Lo que se dice un principio de fin de ciclo a confirmar.