El consumo excesivo de malas noticias daña la salud
Por qué ver, escuchar o leer noticias negativas durante mucho tiempo genera un marcado agobio psicológico.
Las malas noticias se multiplican a diario: violencia, asesinatos, inflación, corrupción, desempleo, guerras, desastres climáticos y aunque “esas cosas no me pasen a mí” la prevalencia de ellas dañan la salud física y mental.
Diversos estudios han encontrado una clara y directa conexión entre la frecuencia, duración y exposición a hechos negativos con el aumento de síntomas de depresión, ansiedad, insomnio, hipertensión, colon irritable, entre otros.
En realidad, el cerebro humano está programado para priorizar y atender especialmente a las malas noticias. Según la neuróloga alemana M. Urner el cerebro humano registra las situaciones con connotaciones negativas de manera más intensa, eficiente y rápida que las de signo positivo.
Y se postula que eso es por una cuestión fruto de la evolución: el instinto de supervivencia hacía prevalecer el estar alerta a toda mala señal ya que distraerse podía implicar morir por cualquier depredador del entorno.
Por lo tanto, prestar atención a lo negativo no es nada nuevo aunque está muy intensificado en la actualidad. Es algo que también conocen las ciencias de la comunicación respecto a que las “malas” noticias venden más (basta ver algunos programas televisivos o radiales que se concentran solo en ellas). Y más aun si son próximas y relevantes para el individuo que si son alejadas o globales.
El cerebro siempre trata de luchar contra la incertidumbre buscando información y algunos presuponen que cuantas más malas noticias recibamos, mejor preparados estaremos para enfrentarlas.
Sin embargo, se ha comprobado que esta afirmación es falsa ya que no existe una conexión determinante entre el consumo de noticias negativas y una mayor resistencia para evitar el estrés, la ansiedad o la depresión que producen.
Los seres humanos tenemos una tendencia natural a la negatividad y por eso, por ejemplo, somos más sensibles al reproche que a la alabanza. Y lo mismo se aplica a las malas noticias ya que el cerebro las recibe con mayor rapidez, claridad e intensidad, lo cual lleva a que también las retenga mejor.
Ver, escuchar o leer noticias negativas durante mucho tiempo genera un marcado agobio psicológico –seamos o no conscientes de ello– que puede influir en el organismo de manera perjudicial al no mantener (entre otros) el nivel normal de serotonina.
Qué consecuencias puede generar
Las consecuencias serán agotamiento, tensión, irritabilidad, bajones de ánimo o trastornos de sueño. También se agrega la participación de la hormona cortisol, la cual en situaciones de estrés normal aumenta transitoriamente nuestro rendimiento, pero si el nivel resulta permanentemente elevado resulta dañina.
Un cúmulo de noticias negativas provoca que nuestras expectativas sean también demasiado negativas ya que se parte del supuesto de que el mundo es peor de lo que realmente es.
En una época de incertidumbre como la que se vive actualmente, la información es un mecanismo básico de defensa al estar informados, lo cual da seguridad y brinda herramientas para saber cómo pasar una crisis. Por eso es importante mantenerse informado de lo que ocurre en el mundo. Pero ¿es necesario que sea todo el día y todos los días?