«No tiene derecho a criticarnos”
La CGT le contestó a Máximo Kirchner: “No laburó nunca en su vida; no tiene derecho a criticarnos”
Hubo duras críticas al hijo de la Vicepresidenta en la última reunión cegetista. El diputado nacional ratifica sus dichos y piensa que los dirigentes sindicales son «viejos, gordos y ricos». Hay una historia de desconfianzas, enfrentamientos ideológicos y proyectos políticos distintos. Antecedentes de una pelea que podría crecer
Máximo Kirchner piensa que los dirigentes que manejan la CGT son “viejos, gordos y ricos”, según le confió a una de las personas que tiene mayor contacto con él. Para los sindicalistas de la central obrera, el hijo de la Vicepresidenta “no laburó nunca en su vida y no tiene derecho a criticarnos”, como advirtió el cotitular cegetista, Carlos Acuña, en la reunión del consejo directivo de este martes.
Ninguna de las partes quiere que siga escalando el conflicto, pero están todas las condiciones dadas para que la tensión crezca y se convierta en un problema adicional para la coalición gobernante.
Los problemas se reavivaron el viernes pasado, cuando Máximo Kirchner cuestionó el comunicado conjunto de la CGT y la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que contiene alusiones a “las muchas décadas de muy mala perfomance económica”, y le apuntó directamente a Héctor Daer, el otro cotitular de la CGT, a quien le dijo que, si los gobiernos K fueron tan malos, contara “cuántos afiliados tenía el 25 de mayo de 2003, el 10 de diciembre de 2015 y el 10 de diciembre de 2019″.
El jefe del bloque de diputados del Frente de Todos efectuó sus críticas en pleno recinto de la Cámara baja, durante la sesión en la que se debatió el proyecto de moratoria impositiva. Enojado por el contenido del comunicado AEA-CGT, dijo que “hicieron Zoom desde sus casas mientras les piden a los trabajadores que vayan a producir a riesgo de enfermarse y que hay que salir porque si no el país no produce”. Y luego ironizó: “Me parece bien y responsable que se cuiden por la edad que tienen”.
En realidad, fue la segunda oportunidad en la que Máximo Kirchner atacó a sindicalistas de la CGT. El 14 de mayo pasado, durante la primera sesión virtual de la Cámara baja, el hijo de la Vicepresidenta le apuntó directamente a Rodolfo Daer, líder del Sindicato de Alimentación Capital y hermano del cotitular de la CGT, por un acuerdo para suspender personal sin tareas que se había firmado en la planta de Mondelez ubicada en Victoria, en la zona norte del Conurbano.
“Mondelez, fábrica de alimentos, los puso a los trabajadores a producir golosinas bajo el paraguas de industria alimenticia y servicio esencial, se stockeó todo lo que pudo bajo el valor actual para venderlo vaya a saber cuándo, y les baja el sueldo a los trabajadores y las trabajadoras suspendiendo la actividad -destacó el legislador-. Equivocadamente, el Gobierno le homologó ese acuerdo. Espero que se corrija eso. Yo no tengo problema en decir esas cosas. No me quiero arrepentir de no defender a los que tenemos que defender”.
Por eso en la reunión cegetista de este martes hubo varios anotados para criticar al hijo de Cristina Kirchner. Sacó el tema el propio Daer y le siguieron otros colegas, aunque sin nombrar al diputado oficialista, y todo cambió cuando intervino Acuña, enrolado en el barrionuevismo. “Es la segunda vez que nos critica. Ese tipo no laburó nunca en su vida y no tiene derecho a criticarnos”, dijo.
Lo llamativo es que en ese momento nadie intentó poner paños fríos ni mucho menos justificar a Máximo Kirchner, pese a que entre los presentes había dos dirigentes muy cercanos al kirchnerismo como Pablo Biró (pilotos) y Horacio Arreceygor (televisión), quienes se mantuvieron en silencio.
Las críticas de Acuña ya se difundieron, pero ningún dirigente de la CGT, según aseguran, hará ningún esfuerzo por acercarse al hijo de Cristina Kirchner para aclarar la situación. “Ya tuvimos una charla y no sirvió para nada. No moveremos un dedo para acercarnos a él”, advirtió a Infobae un dirigente.
El sindicalista se refería a la reunión que una delegación de la CGT mantuvo el 5 de junio en la Casa Rosada con Máximo Kirchner y el ministro del Interior, Wado de Pedro. Allí, los dirigentes cegetistas Héctor Daer, Carlos Acuña, Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri explicaron los alcances del acuerdo con la UIA para suspender trabajadores, criticado por el jefe del bloque de diputados oficialistas. El contacto terminó con una tregua, que se rompió el viernes pasado.
Este conflicto está relacionado con las tensiones entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner: Héctor Daer es el sindicalista de mayor confianza del Presidente, pero pertenece a un sector sindical, el de “los Gordos”, que es considerado un enemigo ideológico por el kirchnerismo en general, por La Cámpora en particular y también por sus aliados gremiales de hoy, Hugo y Pablo Moyano.
En los años noventa, el Sindicato de Sanidad, al que pertenece Daer y cuya federación lidera Carlos West Ocampo, fue uno de los sostuvo a Carlos Menem y apoyó una estructura de negocios (como sus propias AFJP) en lo que se denominó peyorativamente como “sindicalismo empresarial”. En ese andanivel político y económico se hizo fuerte el sector de “los Gordos”, corriente dialoguista del gremialismo peronista en el que estaban, además de Sanidad, Comercio y Luz y Fuerza.
En octubre de 1989, la CGT se fracturó: Sanidad formó parte de la CGT San Martín, liderada por el mercantil Güerino Andreoni y alineada con el menemismo, mientras que los opositores al riojano se agruparon en la CGT Azopardo, que encabezaba Saúl Ubaldini, sostenido por la UOM y un grupo de sindicatos entre los cuales estaba Camioneros, por entonces conducida por Ricardo Pérez.
Hugo Moyano asumió en la Federación de Camioneros en 1992 y dos años más tarde reforzó su oposición al menemismo con la creación del Movimiento de Trabajadores (MTA), siempre con “los Gordos” (y Sanidad) en la vereda de enfrente, en esos años dentro de una CGT oficialista.
La historia volvió a dividir a Sanidad y Camioneros a partir de 2003: Néstor Kirchner trató de compensar su “defecto de origen” (haber sido elegido sólo por el 22% de los votos) mediante una alianza política con Moyano, titular de la CGT. Coincidió con la expansión de la actividad del transporte automotor de cargas y con la decisión del sindicato de ampliar su representación a trabajadores de otras actividades como carga y descarga de mercaderías, distribución y logística.
Así, basado en el lema “todo lo que tiene ruedas es nuestro”, Moyano empezó a disputarle los afiliados a sindicatos como Comercio y pudo quedarse con trabajadores de Carrefour, por ejemplo, gracias al aval de Kirchner y a resoluciones favorables del ministro de Trabajo, Carlos Tomada.