«Víctor Saldaño nunca me pidió morir»
«Víctor nunca me pidió morir. Puede ser que a su madre sí, que al cónsul también. Pero no a mí».
La frase, tan tajante, es de Jonathan Miller, el prestigioso jurista
estadounidense que representa al Gobierno argentino en la defensa de Víctor Hugo Saldaño, el cordobés condenado a pena de muerte en Estados Unidos.
Víctor lleva preso casi 24 años, la mayoría de ellos, en el » corredor de la muerte».
El lunes, cuando la Corte Suprema de Justicia de EE.UU rechazó revisar su caso, tanto Lidia Guerrero, su madre, que lo visitó por última vez en mayo, como Gabriel Volpi, el cónsul general de Argentina en Houston, que lo ve cada 15 días, dijeron a Clarín que él les ruega que dejen de luchar por su vida.
A Miller, en cambio, no. «Si me lo pidiera, yo jamás actuaría sin autorización legal. Siempre preguntamos expresamente a Víctor (si apelar o no). Él a veces dice cosas diferentes a personas diferentes. A sus abogados no. Claramente pidió la apelación a la Corte y fue así en cada visita. Tenemos la obligación de seguir sus deseos», detalla.
Así, junto a Scott Smith, el abogado defensor nombrado por los tribunales federales, activará el último paso para salvarlo: el pedido de clemencia.
Antes, desde su estudio de Los Ángeles, California, cuenta a Clarín la historia que lo une al detenido. Desde el primer día que vio a Víctor, en el primer juicio, hasta su último encuentro, en marzo, en la prisión Allan B. Polunsky, en Livingston, Texas.